La Sala Temporal

La Sala Temporal de ALQA - Museo de Arte Popular Andino se erige como un espacio disruptivo que desafía las convenciones establecidas en el mundo del arte. Lejos de los tradicionales “cubos blancos” que encierran y limitan la expresión artística, nuestras paredes negras invitan a una reflexión profunda sobre la identidad, la memoria y la resistencia cultural de los pueblos andinos.
Este espacio está concebido como una plataforma de visibilidad para los artistas populares de los entornos campesinos, cuyas expresiones artísticas históricamente han sido relegadas a los márgenes del mercado del arte y la academia. Aquí, sus obras trascienden los límites políticamente impuestos del mercado de artesanía, ofreciendo una ventana al alma de las comunidades andinas y sus cosmovisiones.
La Sala Temporal no solo se limita a exhibir arte; es un espacio de encuentro y diálogo que promueve la comprensión de la diversidad cultural andina y los riesgos de desaparición que enfrentan estas tradiciones. A través de exposiciones que rompen esquemas, buscamos cuestionar y reconfigurar las narrativas hegemónicas, ofreciendo una experiencia inmersiva que invita a la reflexión y al cuestionamiento.
La Sala Temporal no solo se limita a exhibir arte; es un espacio de encuentro y diálogo que promueve la comprensión de la diversidad cultural andina y los riesgos de desaparición que enfrentan estas tradiciones. A través de exposiciones que rompen esquemas, buscamos cuestionar y reconfigurar las narrativas hegemónicas, ofreciendo una experiencia inmersiva que invita a la reflexión y al cuestionamiento.
TAKI // 17/12/2024 ︎︎︎ 30/04/2025



La música popular ha sido utilizada como acompañamiento o como parte de casi todas las actividades humanas, evidenciando ser un importante mecanismo que ayuda a la recuperación y construcción del tejido social en las comunidades ubicadas en zonas rurales de los Andes del Perú. De hecho, en el quechua no existe una palabra específica para cantar, ni para hacer música de forma aislada, pero sí para abarcar la totalidad del canto, la música y la danza. Esa palabra es TAKI.
Bajo este panorama, este proyecto curatorial intenta revelar cómo los cánticos tradicionales de la comunidad de Pinchimuro (Ocongate, Cusco) actúan como puentes culturales y de cohesión social entre generaciones. Sin embargo, el avance de la globalización, la industrialización y el turismo, junto con la influencia de los medios digitales y la migración de los jóvenes hacia contextos urbanos, han debilitado los mecanismos de transmisión de estas tradiciones, poniéndolos en un inminente riesgo de desaparición que dejaría a la comunidad sin los elementos necesarios para representar su historia, memoria y cosmovisión en el mundo contemporáneo.
¿Alguna vez has escuchado a tu abuelita cantar? Esa pregunta se convirtió en el punto de partida del proyecto “Todos Cantamos” de Kukuy, asociación dedicada a promover el canto, la conexión con la voz y la consciencia de su poder. Aunque la respuesta era frecuentemente afirmativa, los detalles de esos cantos —sus melodías, sus nombres— parecían haberse perdido en los pliegues de la memoria.
En consecuencia, a través de “Todos Cantamos” se buscó reconstruir ese vínculo intergeneracional, registrando los cantos tradicionales, compartiéndolos en clases comunitarias y fomentando, con ello, el diálogo entre las generaciones mayores y más jóvenes. Este proceso participativo no sólo pretende preservar elementos de nuestra identidad cultural, sino también promover que los verdaderos autores de ese patrimonio se apropien de él, revitalizándolo a través del acto mismo de cantar. De esta forma, se visiona que el interés por transmitir y recibir este legado siga vivo.
Así, TAKI como exhibición refleja la posibilidad de fortalecer nuestras raíces colectivas, priorizando el rescate de la música como un lazo generacional y evidenciando, a su vez, su importancia como medio de cohesión, identidad y transmisión de valores y saberes tejidos desde el pasado y proyectados hacia el futuro.
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Asoman tras un cerro o una Iglesia. Se abultan arriba de la línea de horizonte. Se esparcen entre el azul del cielo. Reflejan la luz de la Luna. En la pintura indigenista del siglo pasado, las nubes no fueron protagonistas, pero siempre resultaron indispensables para completar la vista del paisaje andino, de aquel escenario donde, además, el paisaje no importaba tanto como la acción que algún personaje estuviese realizando. Sin nubes, sin embargo, esas imágenes reales o imaginadas perderían mucho.
Al fijarse en las nubes de diversas pinturas y obras gráficas producidas entre 1920 y 1970 en países de la región andina, Iosu Aramburu encuentra que ahí, al fondo, en un espacio muchas veces relegado a cumplir un papel de relleno, las nubes se mueven entre la representación verista y la abstracción, entre líneas que contienen y manchas desbordadas, entre la presencia de la figura y su disolución en el fondo. Pero también oscilan entre la quietud del paisaje visto como postal y el deseo de hacer que inclusive las nubes carguen la fuerza y energía utópica que el modernismo andino ubicó en el campesinado como mensajero del futuro. A veces las nubes contrastan con humos de las fábricas que poco a poco fueron penetrando los Andes y transformando a campesinos en proletarios. Otras veces parecen signos de una pureza que muchos artistas quisieron rescatar de las garras de la modernización capitalista.
Los famosos estudios de nubes de pintores románticos del siglo XIX siempre fueron pasos previos a componer paisajes que buscaban captar algo de lo sublime en un mundo que empezaba a acelerarse. Los estudios de nubes de Iosu, en cambio, se detienen en los motivos menores de una tradición artística y recogen varias formas de entender el proceso de modernización económica, política y cultural que sacudió el área andina durante el siglo XX. Mas que un retorno a las formas artísticas del pasado, aquí se trata de aprender a mirar el presente y la actual batalla por el futuro a través de esas nubes. Cada una, un pequeño fragmento de ideología.
Mijail Mitrovic
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Para muchos, pensar en mates es pensar en la América Prehispánica y en las evidencias más antiguas que tenemos los peruanos sobre producción artística. Pudiera sumarse el pensar en todos los distintos usos que le dimos a la calabaza a través del tiempo: ofrenda, contenedor, instrumento musical, flotador, y la lista podría continuar. Felizmente, pensar en mates es también pensar en el presente, en su supervivencia milenaria, en su capacidad comunicativa y en su calidad de enorme repositorio de costumbres y tradiciones.
Sentir el mate, ya es tarea distinta. Aquí, se requiere de nuestra parte el compromiso de empezar a honrar lo cotidiano, de activar la memoria y ver cómo inevitablemente aflora frente a nuestros ojos la sinopsis de la amplia historia del Perú.
A lo largo de los siglos, diversos artistas se han entregado al grato placer que significa registrar el contexto de la época con notable precisión. Decisión valiente, pero riesgosa es entonces congelar el espacio y el tiempo para superar la cosificación del arte, valorizar más el camino que la meta y terminar por presentar al mundo una línea de pensamiento directamente influido por el entorno social del momento.
Un nombre propio aterriza en mí imaginario: Ángel Alfaro, quien por momentos es capaz de utilizar el arte de formas tan sutiles que pueden hacernos sentir las palpitaciones de las aldeas rurales de su infancia. El mismo Alfaro, que a su vez, puede poner de manifiesto el cambio climático, la decadencia, la desidia, la amenaza del autoritarismo y la violencia, la dominación política y la explotación económica en el propio suelo, fantasmas que nos acosan.
Escenarios tales como las que acabo de describir, vistos en su obra, ponen en comunión perspectivas románticas con denuncias conceptuales, acercando a nosotros finalmente historias de resiliencia andina contadas en un mate.
Pensando ahora en el mundo, siento que es quizás con el activismo que lograremos cambiar el rumbo. Existen muchas formas para participar, y para Ángel Alfaro, esa forma es el arte.
Johana Sarmiento R.
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Hoy en día más de la mitad de la población mundial vive en un entorno urbano. Vislumbrando las grandes metrópolis, la ingenuidad con la que continuamos remodelando la superficie de nuestro planeta resulta muy sorprendente, pero también da que pensar. Recuerda lo fácil que es para nosotros perder nuestra conexión con el mundo natural, aunque de esta conexión dependerá nuestro futuro y el de nuestro ecosistema en general.
Éste planteamiento es quizás el punto de partida que sirve de preámbulo para lo que luego se convertiría en “Sara: La doncella del maíz”, obra del artista Carlos Garavito, que pone de manifiesto su interés por la conservación tanto de la naturaleza, como del conocimiento ancestral andino a través del arte.
Así, Carlos toma como inspiración un mito popular cusqueño sobre el origen de la Sara - término en lengua quechua que designa al maíz - y por medio de la intervención plástica convierte a este insumo, que antiguamente simbolizaba incluso la esencia de la vida, en una escultura totémica, una pieza ceremonial. La retórica del artista y sus maneras de pensar el objeto, lo han llevado a una representación de seres reunidos a modo de gremio etéreo.
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Estar en presencia de las Saras de Garavito, es decir, de este grupo de seis esculturas que nos evocan una suerte de pasado y futuro entremezclado, es ciertamente reflexivo. El maíz, circundado por una cúpula, una especie de urna cristalina, nos sugiere una presencia inmaculada, casi sobrenatural si se quiere.
Lo relevante, pudiera significar ser parte de esta reunión de Saras teniendo en mente la relación simbiótica, milenaria, entre el pueblo peruano y el maíz, para posteriormente ver surgir el deseo de arrimar el hombro en la divulgación de algunas preocupaciones propias de nuestros tiempos: la crisis alimentaria, la desertificación de la tierra.
Y usted, observador atento, que se toma un momento para leer estas líneas y gozar de esta experiencia estética tiene el deber principal de tomar conciencia de su virtud, y de generar a su paso conversaciones constructivas que harán que este diálogo realmente avance.
Johana Sarmiento R.
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Así, TAKI como exhibición refleja la posibilidad de fortalecer nuestras raíces colectivas, priorizando el rescate de la música como un lazo generacional y evidenciando, a su vez, su importancia como medio de cohesión, identidad y transmisión de valores y saberes tejidos desde el pasado y proyectados hacia el futuro.

Dossier︎︎︎
NUBES // 05/08/2023 ︎︎︎ 07/10/2023

Asoman tras un cerro o una Iglesia. Se abultan arriba de la línea de horizonte. Se esparcen entre el azul del cielo. Reflejan la luz de la Luna. En la pintura indigenista del siglo pasado, las nubes no fueron protagonistas, pero siempre resultaron indispensables para completar la vista del paisaje andino, de aquel escenario donde, además, el paisaje no importaba tanto como la acción que algún personaje estuviese realizando. Sin nubes, sin embargo, esas imágenes reales o imaginadas perderían mucho.
Al fijarse en las nubes de diversas pinturas y obras gráficas producidas entre 1920 y 1970 en países de la región andina, Iosu Aramburu encuentra que ahí, al fondo, en un espacio muchas veces relegado a cumplir un papel de relleno, las nubes se mueven entre la representación verista y la abstracción, entre líneas que contienen y manchas desbordadas, entre la presencia de la figura y su disolución en el fondo. Pero también oscilan entre la quietud del paisaje visto como postal y el deseo de hacer que inclusive las nubes carguen la fuerza y energía utópica que el modernismo andino ubicó en el campesinado como mensajero del futuro. A veces las nubes contrastan con humos de las fábricas que poco a poco fueron penetrando los Andes y transformando a campesinos en proletarios. Otras veces parecen signos de una pureza que muchos artistas quisieron rescatar de las garras de la modernización capitalista.
Los famosos estudios de nubes de pintores románticos del siglo XIX siempre fueron pasos previos a componer paisajes que buscaban captar algo de lo sublime en un mundo que empezaba a acelerarse. Los estudios de nubes de Iosu, en cambio, se detienen en los motivos menores de una tradición artística y recogen varias formas de entender el proceso de modernización económica, política y cultural que sacudió el área andina durante el siglo XX. Mas que un retorno a las formas artísticas del pasado, aquí se trata de aprender a mirar el presente y la actual batalla por el futuro a través de esas nubes. Cada una, un pequeño fragmento de ideología.
Mijail Mitrovic







Dossier︎︎︎
MATES // 15/04/2023 ︎︎︎ 30/09/2023
Para muchos, pensar en mates es pensar en la América Prehispánica y en las evidencias más antiguas que tenemos los peruanos sobre producción artística. Pudiera sumarse el pensar en todos los distintos usos que le dimos a la calabaza a través del tiempo: ofrenda, contenedor, instrumento musical, flotador, y la lista podría continuar. Felizmente, pensar en mates es también pensar en el presente, en su supervivencia milenaria, en su capacidad comunicativa y en su calidad de enorme repositorio de costumbres y tradiciones.
Sentir el mate, ya es tarea distinta. Aquí, se requiere de nuestra parte el compromiso de empezar a honrar lo cotidiano, de activar la memoria y ver cómo inevitablemente aflora frente a nuestros ojos la sinopsis de la amplia historia del Perú.
A lo largo de los siglos, diversos artistas se han entregado al grato placer que significa registrar el contexto de la época con notable precisión. Decisión valiente, pero riesgosa es entonces congelar el espacio y el tiempo para superar la cosificación del arte, valorizar más el camino que la meta y terminar por presentar al mundo una línea de pensamiento directamente influido por el entorno social del momento.
Un nombre propio aterriza en mí imaginario: Ángel Alfaro, quien por momentos es capaz de utilizar el arte de formas tan sutiles que pueden hacernos sentir las palpitaciones de las aldeas rurales de su infancia. El mismo Alfaro, que a su vez, puede poner de manifiesto el cambio climático, la decadencia, la desidia, la amenaza del autoritarismo y la violencia, la dominación política y la explotación económica en el propio suelo, fantasmas que nos acosan.
Escenarios tales como las que acabo de describir, vistos en su obra, ponen en comunión perspectivas románticas con denuncias conceptuales, acercando a nosotros finalmente historias de resiliencia andina contadas en un mate.
Pensando ahora en el mundo, siento que es quizás con el activismo que lograremos cambiar el rumbo. Existen muchas formas para participar, y para Ángel Alfaro, esa forma es el arte.
Johana Sarmiento R.

SARA // 19/11/2022 ︎︎︎ 30/03/2023

Hoy en día más de la mitad de la población mundial vive en un entorno urbano. Vislumbrando las grandes metrópolis, la ingenuidad con la que continuamos remodelando la superficie de nuestro planeta resulta muy sorprendente, pero también da que pensar. Recuerda lo fácil que es para nosotros perder nuestra conexión con el mundo natural, aunque de esta conexión dependerá nuestro futuro y el de nuestro ecosistema en general.
Éste planteamiento es quizás el punto de partida que sirve de preámbulo para lo que luego se convertiría en “Sara: La doncella del maíz”, obra del artista Carlos Garavito, que pone de manifiesto su interés por la conservación tanto de la naturaleza, como del conocimiento ancestral andino a través del arte.
Así, Carlos toma como inspiración un mito popular cusqueño sobre el origen de la Sara - término en lengua quechua que designa al maíz - y por medio de la intervención plástica convierte a este insumo, que antiguamente simbolizaba incluso la esencia de la vida, en una escultura totémica, una pieza ceremonial. La retórica del artista y sus maneras de pensar el objeto, lo han llevado a una representación de seres reunidos a modo de gremio etéreo.
Estar en presencia de las Saras de Garavito, es decir, de este grupo de seis esculturas que nos evocan una suerte de pasado y futuro entremezclado, es ciertamente reflexivo. El maíz, circundado por una cúpula, una especie de urna cristalina, nos sugiere una presencia inmaculada, casi sobrenatural si se quiere.
Lo relevante, pudiera significar ser parte de esta reunión de Saras teniendo en mente la relación simbiótica, milenaria, entre el pueblo peruano y el maíz, para posteriormente ver surgir el deseo de arrimar el hombro en la divulgación de algunas preocupaciones propias de nuestros tiempos: la crisis alimentaria, la desertificación de la tierra.
Y usted, observador atento, que se toma un momento para leer estas líneas y gozar de esta experiencia estética tiene el deber principal de tomar conciencia de su virtud, y de generar a su paso conversaciones constructivas que harán que este diálogo realmente avance.
Johana Sarmiento R.